Augusto Boal

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Texto de Rosa Luisa Márquez

19.03.2013

Faltan palabras…

 

El trabajo de Bread and Puppet Theatre es indescriptible. Pregúntenle a los de Y no había luz que pasaron unas semanas con ellos en su finca de Vermont el verano pasado. Pregúntenle a Pedro Adorno y Cathy Vigo que trabajaron dos intensos años con el grupo y que portan y reconocen su indeleble marca. Pregúntenle a los alrededor de trescientos boricuas que los han visitado. Sus relatos no son suficientes para explicar el asombro ante la inmensidad del proyecto de pan y muñecos que ahora cumple cincuenta años.

Sin cuenta es la cantidad de enormes títeres y objetos de cartón piedra, los miles de titiriteros que se multiplican cada año y que se suman en cada continente durante los talleres y espectáculos que realizan, los innumerables actos poéticos y políticos en los cuales vuelan pájaros blancos de paz sobre dioses trepados en zancos. Son responsables de la proliferación del oficio del zanquero en Puerto Rico. Pregúntenle a Pati Hernández que dio los primeros talleres en 1987.Su incansable director, Peter Schumann casi llega a los ochenta sobre los suyos de 12 pies de alto.

La noche les sirve de sabana. El paisaje es su escenografía, la luz del sol ilumina el circo y durante el crepúsculo matiza los autos sacramentales. Las nubes y las montañas del campo paren hermanas de cartón para salpicar la vieja cantera de piedra y el bosque que son sus tarimas. Miles peregrinan a ver sus montajes con repartos multitudinarios.

Comenzaron ligados al Puerto Rico de Nueva York en los años sesenta, haciendo procesiones y paradas con objetos y máscaras de gran escala por las calles del Loizaida para defender los derechos de los inquilinos y luchar contra la guerra de Viet Nam.

Schumann, alemán radicado en Estados Unidos, continúa moldeando el centeno y el barro para producir el pan y el papel maché con la misma fuerza y cadencia que en sus inicios. Su gesto dio a luz el Bread, con un pie de centeno traído de su Silesia natal y los Puppets hechos con quién sabe qué engrudo de harina. El Bread and Puppet Theatre marcó la historia del teatro nuestro,  junto al Teatro Campesino, al San Francisco Mime Troupe, al Living Theatre, al Teatro Experimental de Cali, al Teatro del Oprimido y al Tajo del Alacrán.

Luego, Schumann abandonó el bullicio de la ciudad para establecerse junto a su familia en el Campus de Goddard Collage y más tarde en la finca que adquirió su esposa Elka en el Northern Kingdom de Vermont.

Los conocí en el 1979 en un encuentro de teatreros latinoamericanos en Conneticut.  Me invitaron a visitarlos en 1981. Desde entonces volví muchas veces junto a cientos de teatreros puertorriqueños. Nos visitaron en 1985 para hacer un monumental espectáculo en los terrenos del Morro y en el Campus de la UPR Cayey. Fueron al Carnaval de Ponce. Volvieron en 1987 para hacer con 60 estudiantes de Cayey, Río Piedras y Humacao La pasión y muerte de Adolfina Villanueva. La presentaron en Piñones. Montaron el Diagonal Man con estudiantes de la High de la UPR. Schumann regresó a Puerto Rico para rendirle homenaje a la casa quemada de Martorell pintando un mural gigantesco en la pared y dirigiendo una cantahistoria. Su más reciente visita fue a la Maestría en Gestión Cultural en 2010, donde realizó otra cantahistoria y una conferencia con violín a favor de la lucha palestina. Pasó por el Teatro Yerbabruja y conoció a Deborah Hunt.

Nos unen lazos muy profundos con Bread and Puppet. Pregúntenle a Los Serenos y a Los Luceros. Por eso, celebramos sus años Sin Cuenta. Aunque nos falten palabras, les estamos muy agradecidos. Les queremos y admiramos mucho.

 

Rosa Luisa Márquez, aprendiz del B&P

Para la Titiretada, marzo, 2013

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