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Cuando la violencia genocida…. artigo enviado por Carlos Fos

09.11.2013

Cuando la violencia genocida no puede acallar a un hombre modelo en teatro militante

La latente radicalización de la vida social y política, durante la República de Weimar, fue interpretada por intelectuales y escritores, especialmente de signo liberal y del amplio panorama de las izquierdas, como una restricción en crecimiento de la libertad de acción política y literaria. Con la toma del poder de Hitler, el 30 de enero de 1933, esta radicalización desembocó en una política fascista abierta de persecución, que terminó sorprendiendo a muchos de los pensadores que resultarán en víctimas del proceso. Pero esta posición no era nueva, ya había tenido su pequeño laboratorio de pruebas en el gobierno nacionalsocialista en Turingia. Allí, la actividad de su Ministro de Interior y Cultura no dejaba lugar a dudas sobre una futura gestión federal. Fue necesaria una dosis exagerada de apoliticismo y una pobre comprensión de la esencia de este movimiento para no tomar las medidas preventivas de exilio o resistencia por parte de varios de los más encumbrados escritores. No alcanzaron las múltiples declaraciones desde el intento de golpe en Munich, las aseveraciones sobre la cultura en esa aberración llamada Mi lucha, ni aún el crecimiento parlamentario de las fuerzas reaccionarias al calor de la caída del capitalismo internacional, para que los ojos de muchos se abrieran. Salvo excepciones, como Brecht o Heinrich Mann, que se dieron cuenta del peligro cierto inminente, el resto de los autores socialdemócratas y comunistas seguían creyendo en la revolución cercana, en el alzamiento popular o que la experiencia extremista tendría breve vida y no se contaría más que como un escollo salvable en el camino a una sociedad colectivista e igualitaria.
En Austria las cosas eran ciertamente diferentes, aún quedaban resquicios para la resistencia. Este modelo local de fascismo promovía, sin ser obviamente su objetivo, el desarrollo de una contracultura. Contracultura que usaba los intersticios, cada vez menores, de una legislación restrictiva y criminal. El teatro se manifestaba como una disciplina difícil de censurar, especialmente aquél articulado en forma de comedia, con fina ironía. Por supuesto las salas de mayor tamaño fueron captadas rápidamente por el nuevo régimen, y aún las más pequeñas de producción independiente quedaron bajo vigilancia del orden. Los espacios para menos de cincuenta personas en los sótanos de “cafés literarios”, eran empresas que solían ser despreciadas por los sectores dominantes en el campo cultural, por su tendencia a convertirse en escenarios de “arte menor”. Por supuesto, como venimos explicando las circunstancias se habían alterado trágicamente, y aquéllos lugares no aceptados se convirtieron en trincheras para autores como Rudolf Weys, Hans Weigel y especialmente Jura Soyfer.
En Alemania después de las elecciones de marzo de 1933, en las que los nacionalcionalistas obtuvieron un triunfo aplastante (teñido de fraudulento), la situación cultural fue resumida en una serie de principios de aplicación inmediata. Un Hitler, cercano a proclamarse autoridad suprema como supuesto Jefe de todos los germanos, sintetizaba las metas culturales de su gestión:”Paralelamente a la desintoxicación de nuestra vida pública, el gobierno del Reich emprenderá, con medidas severas, el saneamiento moral del pueblo. La totalidad de la educación, el teatro, el cine, la literatura, la prensa, la radio, todos, nos servirán de medio para dicho fin”. Esto significaba que, luego de suprimir las actividades y la producción artística de comunistas y socialdemócratas en virtud del reemplazo del estado de derecho por el estado policial, le llegaba el turno al mundo burgués. Sólo había lugar para los que siguieran las líneas del partido único.
Hitler, asentado en una de las Cancillerías más poderosas de Europa, tenía enormes posibilidades de influenciar en una gran parte de los movimientos políticos y sociales europeos, sobre todo entre aquellos que, por un motivo o por otro, se sentían insatisfechos con estado de situación.
Engelbert Dollfuss, elegido Canciller, había buscado, desde su nombramiento, una forma de poder seguir el mismo curso autoritario que se estaba produciendo en el poderoso país vecino. Aplicando un Acta de 1917, que no había sido derogado, y que permitía al gobierno establecer decretos de emergencia sin recurrir al Parlamento ni al Presidente, suspendió elecciones locales y federales hasta asaltar el poder central el mismo fatídico mes de marzo de 1933. En pocos días esta administración surgida de una actividad ilícita prohibió las reuniones públicas, las leyes de libertad de prensa y el derecho a huelga. La táctica a aplicar era minar la fuerza del movimiento obrero y de los intelectuales que acompañaban sus luchas. El deseo de Dollfuss era implantar un régimen fascista similar al italiano, con un Estado corporativo inspirado en el movimiento del Duce y en las especificaciones aparecidas en la Encíclica del Papa Pío XI, Cuadragésimo Anno, en marzo de 1931. Pero sus intentos de llegar al poder a través de un movimiento político que presionase al Estado, ante su envergadura se vieron obstaculizados por la resistencia del pueblo austriaco que no avalaba con su voto. Ante esta realidad debió iniciar una audaz maniobra hacia la dictadura y, en un panorama confuso, contó con la inesperada colaboración de la socialdemocracia. Al contrario de lo que sucedía en otros países, la socialdemocracia austriaca dominaba totalmente al conjunto de la clase obrera, mediante diversas formas de asociaciones (desde paramilitares a culturales y deportivas), que mantenían una fuerte subcultura. En general sus posturas dentro de la Internacional Socialista eran más radicalizadas que las de sus colegas europeos, pronunciándose por el uso de las armas, si era necesario, para defender la democracia contra la horda fascista. Sin embargo ante los primeros pasos autocráticos de Dollfuss, sus líderes, encabezados por Otto Bauer, se vieron paralizados por la falta de decisiones coherentes. Temieron que la resistencia activa finalizara en una guerra civil, y ese miedo entorpeció seriamente cualquier movimiento a futuro. Así, se eliminaron garantías constitucionales y derechos políticos de los ciudadanos sin necesitar de imprimir políticas de terror. Cuando después de un año, el gobierno central comenzó a atacar directamente a los centros de la socialdemocracia la resistencia fue inútil. Los llamamientos a la huelga general resultaron inefectivos pese a los esfuerzos de los obreros las fuerzas combinadas de la policía, del Ejército y de los elementos de choque. La derrota del proletariado austriaco trajo debates en el seno de la socialdemocracia y el resto de las fuerzas de izquierda.
El destino de ellas había quedado sellado en las calles y debieron pasar, debilitadas a la clandestinidad, con gran número de detenciones y exilios.
Quedaba la oposición de las estructuras sobrevivientes o la resistencia personal, subyacente como germen de la oposición consciente o, al menos, del descontento y la amargura. La resistencia individual puede ser considerada como un elemento de resistencia colectiva, ya que conforma un cuerpo informe pero existente. El sistema de terror y persecución cumplió un papel fundamental como destructor del tejido social.
Para comprender mejor la concepción de la “resistencia individual” dentro del marco de un sistema de oposición colectiva es necesario revisar el concepto de visibilidad del comportamiento de la oposición. Cada forma de oposición en un sistema dictatorial (desde las demostraciones colectivas abiertas hasta los casos aislados e individuales), debe tender a ocultar su verdadera dimensión, para evitar la rápida reacción del régimen. Esto provoca que no sea hasta el momento en que se produce la entrada en acción del aparato de control, que ese comportamiento queda comprendido en el registro histórico. Es la propia intervención del aparato represor la que nos proporciona, en la mayoría de los casos, la evidencia, la visibilidad de esa actitud opositora. Aunque el problema de la visibilidad de cada una de las formas de oposición y resistencia tiene su valor intrínseco propio, afecta de forma diferente a cada una de las formas de persecución y aquellos comportamientos considerados como delitos. Por otro lado, también se relaciona con las diferentes formas de articulación de la oposición, especialmente con su grado de presencia pública. Los datos provenientes de las fuerzas represoras nos aportan los detalles de la extensión de estos aspectos individuales de la resistencia en la composición de la población austriaca de la época. De esta forma, consciente o inconscientemente los actos de uno se colectivizan y nace, con el riesgo para el aparato coercitivo, una real resistencia política y cultural organizada.
Los grupos clandestinos como el KPÖ encontraban inesperados compañeros de ruta, que no conformaban una estructura formal o respondían a conceptos estratégico-tácticos concretos. Algunos casos poseían espíritu de cuerpo e integraban las células estructuradas, pero con una libertad de acción amplia para desarrollar su potencialidad en los campos en que se sentían o eran más útiles. Es el caso de Soyfer, que luego de su traumática salida de la socialdemocracia se suma al comunismo, donde halló un espacio para la lucha a través de su producción literaria.
Ver las obras de Soyfer, en los no lugares en que se representaban era una manera de resistencia individual en un entramado colectivo. Y serán los componentes de este público los que tomen medidas pasibles de castigo en la Nueva Austria del terror. Desde consideraciones humanitarias hacia vecinos y amigos perseguidos hasta cantar melodías prohibidas. Hechos que se multiplicaban y que ante la angustiante pérdida de libertad, definitiva con la anexión en 1938 podían verificarse en propagar rumores, chistes o parodias de textos teatrales sobre dirigentes del Partido y del Estado o no hacer el “saludo alemán”.
Nacido el 8 de diciembre de 1912 en Kharkow, Ucrania, Soyfer había disfrutado de una cómoda y privilegiada infancia.. Después de la Revolución Soviética, su familia decidió emigrar a Austria. En Viena se vio cada vez más interesado en la política y en los cambios profundos que a partir de la participación en ella pueden lograrse en aras del bien común. Así es que toma la decisión, a una edad temprana, de unirse a una «Asociación Socialista”, de tendencias socialdemócratas reformistas. Desde ese paso en su juventud dividió su tiempo entre sus dos principales intereses, el teatro y el periodismo político, lo que no significaba un pensamiento bifronte ya que solía transitar en dramaturgia el camino de la comedia política. En sus obras teatrales y en sus escenas de cabaret reflexivo se convirtió en una de las líricas más valientes. El cabaret proporcionaba una comunicación directa, desnuda e impactante. Al público se le ofrecía un espectáculo en el que era exhortado directamente por un actor situado en un escenario a escasa distancia, violentado por un ritmo incesante de acciones, música y textos agudos, o simplemente entusiasmado por la agudeza crítica y la sátira social, que desde la intimidad de un local de escasas proporciones y grandes amenazas externas, parodiaba su propia realidad cotidiana, cultural, social y política. Soifer participará de esta propuesta con un virtuosismo destacado. Lo fragmentario del espectáculo cabaretístico, sin rechazar el apoyo de un texto elaborado de humor corrosivo, ofrecía suficiente espacio para que la libertad de los diferentes artífices se adentrase en un atractivo espacio de ilimitadas posibilidades. Un proceso de creación que se completaba en los ensayos, durante los cuales se introducía en el argumento los diferentes diálogos, canciones y la música adecuada. Estos elementos convertían el teatro de cabaret en una forma escénica privilegiada para el desarrollo de un teatro popular, que en este caso era un canal adecuado para contraponer luz a la oscuridad reinante. Asimismo, la flexibilidad estructural permitía la utilización sucesiva de muy distintos códigos estéticos, que remitían en un tono satírico y lúdico a la diversa realidad cultural inmediata.
Militante de la literatura comprometida, y resistente convencido al régimen fascista, la detención de Soyfer parecía inevitable. Fue llevado preso por primera vez en 1937 por accidente; sin embargo rápidamente y sin mediar ningún derecho a proceso la policía política decidió que era digno de reclusión, y fue encarcelado durante tres meses. Menos de un mes después de ser liberado, intentó huir a través de la frontera a Suiza disfrazado como un turista en búsqueda de unas vacaciones en las pistas de esquí. La guardia de fronteras lo atrapó, y posteriormente fue deportado a Dachau. Al llegar al campamento, Soyfer fue asignado, junto con el compositor Herbert Zipper, a un trabajo físicamente exigente de tono esclavizante. Se lo conocía como el comando de “caballos”. Arrastraban carros de cemento por Dachau, pero sus pensamientos seguían libres, intentando escapar a esa muerte que surge de la pérdida de la identidad en la masa informe. Discutían como preservar sus vivencias en este lugar de ignomia para que su experiencia no fuera en vana, Soyfer seguía resistiendo a las tácticas de degradación. El desprecio y el temor serán los elementos de la normalidad de las relaciones humanas en los campos. Allí, los hombres son privados de su identidad, de aquello que les confiere su individualidad, que los designa como seres humanos. La identidad del detenido, su cara, no expresa nada humano, ningún sentimiento. El proceso de desnudar a los prisioneros, afeitarlos, vestirlos con el traje rayado, convertirlos en una masa homogénea, tiene como finalidad plantear una duda en la mente de todos: ¿se trata realmente de un ser humano? Por eso, los prisioneros se ven físicamente transformados físicamente desde el mismo momento en que llegan al campo: su individualidad queda suspendida a través de la privación de los signos externos del ser humano. Zipper propuso que el lema nazi ‘Arbeit macht frei “(el trabajo los hará libres) sería una buena base para una canción, donde con creatividad pudiera expresarse lo perverso de este lema. A los pocos días Soyfer le recitó un poema y su compañero le agregó a esta última pieza lírica la música, convirtiéndose en la conocida ‘Dachaulied” (canción de Dachau).
En el otoño de 1938 Soyfer fue trasladado junto su amigo y algunos otros presos a Buchenwald. Aquí es reconocido como un artista de cabaret, y muchos ex reclusos van a recordar sus canciones y sátiras vívidamente. Un antiguo preso de Buchenwald informó: Jura fue pronto conocido en el campamento, aún tenía ideas para cuadros cómicos que no había escrito en libertad pero que, cuando fueron realizadas por unos pocos actores presos, convirtieron al campamento por unos breves instantes en un mundo de cabaret. Jura, junto con el famoso compositor vienés Hermann Leopoldi y algunos otros, realizaron algunas actuaciones en las que hicieron más cercano nuestro hogar y en los que de manera general se burlaron de fascismo.
Soyfer no pudo sobrevivir más de unos pocos meses en Buchenwald. Los grandes traslados de judios traído al campamento después de la Kristallnacht, aumentó el ya preexistente hacinamiento y las condiciones de vida fueron insoportbles En el invierno de 1938-39 estalló una epidemia de tifus, matando a cientos, diezmados por el hambre y el frío. A Soyfer se le asignó la tarea poco envidiable de envolver cadáveres en mantas y luego transportarlos a las puertas del campamento. Como a casi todos los que se asignó esta tarea contrajo el tifus, y fue llevado a la enfermería, en muy malas condiciones. A pesar de ser liberado en tan sólo unas semanas, nunca se recuperó y murió en febrero de 1939.
Jura Soyfer nos legó su arte en cinco obras de teatro, una novela inconclusa, poemas y sus textos de cabaret. Y aún siguen retumbando esas estrofas, de su postrera producción:
“ 1.1. Stacheldraht, mit Tod geladen /Alambre de púas, cargado con la muerte,
ist um unsre Welt gespannt. /nuestro mundo está tenso.
Drauf ein Himmel ohne Gnaden / Plan de un cielo sin gracia
sendet Frost und Sonnenbrand. /envía las heladas y quemaduras solares.
Fern von uns sind alle Freuden, / Lejos de nosotros, todos los placeres
fern die Heimat, fern die Fraun, /lejos del hogar, lejos de Fraunhofer,
wenn wir stumm zur Arbeit schreiten, /si no se pronuncia sobre el trabajo está progresando,
Tausende im Morgengraun. /Miles de personas en Morgengraun.
Doch wir haben die Losung von Dachau gelernt / Pero la solución que hemos aprendido de Dachau
und wurden stahlhart dabei: /de acero y eran difíciles de:
Sei ein Mann, Kamerad, /Ser un hombre, camarada,
bleib ein Mensch, Kamerad, /el mantenimiento de un ser humano, compañero,
mach ganze Arbeit, pack an, Kamerad, /hacer todo el trabajo, el paquete, camarada,
denn Arbeit, Arbeit macht frei! /porque el trabajo, ¡El trabajo libera!

2. 2. Vor der Mündung der Gewehre /Antes de la boca de los cañones
leben wir bei Tag und Nacht. /vivimos de día y de noche.
Leben wird uns hier zur Lehre, /Aquí la vida es para la enseñanza,
schwerer, als wir’s je gedacht. /más difícil de lo que nunca pensó.
Keiner mehr zählt Tag’ und Wochen, / Nadie tiene más días y semanas,
mancher schon die Jahre nicht, /algunos no lo han hecho de los años,
und gar viele sind zerbrochen /y, de hecho, muchos de ellos están rotos
und verloren ihr Gesicht. /y perdió a su rostro.
Und wir haben die Losung. /Y tenemos la solución. . . . . . .

3. Schlepp den Stein und zieh den Wagen, /Arrastra la piedra y tirar de la carreta,
keine Last sei dir zu schwer. /Sin carga es demasiado pesada para usted.
Der du warst in fernen Tagen, /El que estuvo en el lejano día,
bist du heut schon längst nicht mehr. /que ya no están.
Stich den Spaten in die Erde, /Morder la pala en el suelo,
grab dein Mitleid tief hinein, /graves en el interior de tu misericordia,
und im eignen Schweiße werde /y el sudor le prestaran
selber du zu Stahl und Stein. /usted tiene que el acero y piedra.
Und wir haben die Losung. /Y tenemos la solución. . . . . . .

4. 4 Einst wird die Sirene künden: / Una vez que la sirena se anuncian:
Auf, zum letzten Zählappell! /En la última votación nominal!
Draußen dann, wo wir uns finden, /Afuera, entonces, donde encontramos
bist du, Kamerad, zur Stell’. /es usted, camarada, para suponer.
Hell wird uns die Freiheit lachen, /El infierno nos dará la libertad de reír,
vorwärts geht’s mit frischem Mut, /seguir adelante con nuevo coraje,
und die Arbeit, die wir machen, /y el trabajo que hacemos,
diese Arbeit, die wird gut! /este trabajo, que es bueno!
Denn wir haben die Losung. / Porque tenemos la solución. . . . . .”

Un recuerdo ácrata

Dos de los acólitos formados en el sindicato de panaderos de Rosario, se destacaron en sus largos recorridos por los montes del norte de Santa Fe y Chaco. Se trata de Isidro Vega y Valiente Gutman. Vega había trabajado parte de su juventud como linotipista y con sus conocimientos fue un impulsor del uso del boletín y, cuando los medios eran suficientes, el periódico. Solía crear publicaciones, de escasa vida, con la ayuda de los militantes que encontraba en sus viajes. Se distribuían a los libertarios locales y como ingresos secundarios figuraban las ventas directas a particulares simpatizantes o familiares. En ocasiones también editaba folletos con el fin de recaudar fondos, siempre con tiradas modestas y muchas veces con el mismo resultado, el decomiso policial. Aunque en algunos momentos – en las publicaciones centrales – se llegó a disponer que una parte de la cuota del afiliado fuera destinada a enjugar el déficit de un periódico o se creó una cuota extraordinaria con el mismo fin. Como no se quería publicar ni adhesiones pagas ni publicidades, por temor a futuros condicionamientos o dependencias, Vega tuvo dificultades económicas desde el mismo día que apareció su primer boletín. Debido a ello sus llamamientos a la solidaridad fueron constantes (casi todos sus números los insertaban). La precariedad económica de los periódicos anarquistas era constantemente señalada por sus redactores y Vega no fue excepción. En 1932, el gobierno conservador entrante mantuvo una férrea política de seguridad interior, que tenía como enemigos centrales a los sindicatos organizados. Se encarceló a muchos dirigentes gremiales y se desbarataron huelgas y protestas. La tarea de años de lucha se desvanecía con extrema rapidez. El movimiento libertario se hallaba debilitado en extremo y no podía dar una respuesta eficaz a los embates de la burguesía. Los acólitos, que aún estaban libres se encontraban aislados y neutralizados. Dice Vega: “La milicada brava nos persiguió casi hasta el monte y ni ahí estábamos seguros. La mayor parte de los centros anarquistas fueron cerrados y a la ya histórica escasa presencia en la zona, le sumábamos ahora la total soledad. Nos movíamos con cuidado, desconfiando del desconocido. Y para nosotros, que basábamos la propaganda en la relación con el próximo, la situación era inédita e incómoda. Me llegaban noticias de torturas, prisiones injustas y aún hacheros colgados por el simple hecho de habernos ofrecido su casa. Pero no me di por vencido. Con unos amigos socialistas me lancé a preparar un opúsculo literario, en el que pensaba camuflar los principios libertarios. Así lo hice. Mezclaba textos burgueses con frases revolucionarias, sembraba perlitas de rebeldía y inocentemente creía que ejercía dura resistencia. Me desesperaba no poder contar con herramientas para reconstruir una prensa libertaria. Un periódico anarquista se dirigía, a la clase menos favorecida socialmente en todos sentidos. Como vehículo de instrucción, tanto como tribuna de preparación revolucionaria. Queríamos la cultura del Pueblo, para que sea más consciente y mejor. Queríamos que el obrero no sea el eterno paria, manejado y escarnecido, vilipendiado en sus intereses y rebajado en su dignidad. Deseábamos que no sea esclavo del amo, ni del vicio; lo anhelamos libre, orgulloso de si mismo, capaz de un gesto digno y gallardo; que lance al abismo para que no reaparezca más, la opresión y la esclavitud, el fanatismo y la tiranía, que acabe para siempre con la inhumana explotación del hombre por el hombre. Y porque somos anarquistas, combatiremos con entereza cualquier forma de gobierno del hombre por el hombre, cualquier gerencia social, reformista republicana, socialista o aristocrática, imbécil o sabihonda. Y mis manos parecían atadas.”
La situación del movimiento de acólitos es en general precaria, porque como no vive del chantaje ni de ninguna clase de mercantilismo y sus sostenedores son los desheredados, ante las persecuciones, carece de medios. Y a los compañeros presos, se unían otros que huían, perseguidos con saña, todos. Se produjo un feroz acorralamiento de cuantos militantes podían cazar. Vega fue encarcelado y deportado a España, donde se enroló en las filas republicanas para la lucha. Volvió al país en 1945, luego de permanecer refugiado en campos en Francia. Durante años enseñó a leer y escribir en centros de educación que él y sus hijos fundaron en Córdoba, capital. Publicó revistas mimeografiadas y formó en la profesión de tipógrafos a numerosos jóvenes sin hogar. En uno de los centros que formó en Villa María contaba con una biblioteca y un precario cuadro filodramático. Nos cuenta, “Ante la desorganización del movimiento libertario, decidí incorporar textos de escritores y dramaturgos, sin importar su filiación política, siempre que no fueran burgueses y hubieran tenido una significativa participación en el combate al fascismo local o a sus mentores europeos. Así llegaron a mi mano libros en inglés, francés y alemán, aportados por viajeros que habían escapado de los horrores de Hitler y sus amigos. Recuerdo que por entonces un alemán de apellido Rieger me donó obras de Brecht, Goethe y leyendas germanas y dos austríacos de principios comunistas me acercaron autores que desconocía como Nestroy y Soifer. De este último, muerto en los campos de la muerte me dejó algunos poemas y una serie de sketches muy cómicos y corrosivos. Ante la falta de un buen traductor y al carecer de medios, nunca pusimos estas piezas, salvo una versión de La Opera de Brecht en un formato muy especial.”
Bibliografía

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Badia, Gilbert, Les conceptions du fascisme dans l’oeuvre de Jura Soyfer, in: Jura Soyfer, hr Bauer, Alfredo, Jura Soyfer y su profecía de los 500 años, in: Jura Soyfer, Melodía Americana 1492, Buenos Aires 1991, S.3–14.
Bauer, Alfredo, Jura Soyfer y su profecía de los 500 años, in: Jura Soyfer, Melodía Americana 1492, Buenos Aires 1991, S.3–14.
Bauer, Alfredo/Aguirre, Roberto, “Melodia Americana (Broadway Melodie) 1492” in Buenos Aires, in: JS*2, Nr.1, 1993, S.3–4.
Franzmeier, Petra, Jura Soyfers politische Lyrik in den Jahren 1932 bis 1934. Politische Gebrauchslyrik in der AZ und Bild-Wort-Satiren im Kuckuck; eine Gegenüberstellung, Wien: Univ.Dipl.Arb., 1997, 130 Bl.
Masi, Laura, Satira, illusione e premonizione nel teatro cabaret di Jura Soyfer. Traduzione di cinque pièces teatrali, Dissertation, Universität Florenz, 1991.
Zohn, Harry, A Poet of Protest, in: The Jewish Quarterly, 25, Nr.4 (94), 1977/78, S.53 und 56.

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