Augusto Boal

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Notas sobre Teatro Latino Americano

20.11.2011

por Rosa Luisa Márques

Rosa Luisa es una teatrera puertorriqueña , amiga y cúmplice de Augusto Boal desde siempre. Miembro del Consejo del Instituto Augusto Boal inaugura esta nueva sección con un pequeño texto muy bonito.
B(o)aladas del Bien Estar
Luego supe que era candil de la calle y oscuridad de la casa. Una oscuridad suave y profunda que se sumergía en la brillantez de la pantalla electrónica para escribir sus libros, conectarse al mundo antes y después de sus viajes gulliverescos e inventar proyectos; que iluminaba tenuemente la casa donde masticaba golosamente el sabroso pollo de la cocina de María José junto a Cecilia, Julián, Fabián, mientras saboreaba una copa de vino tinto, claro está.
Pero en la calle era brillante y enorme, una bola de fuego creador. Cuando lo conocí, en el O’Neill Center en Connetict en1979, me hipnotizó con su energía positiva y contagiosa. Me fui a ser su aprendiz en París como si me fuese con el circo. París y Boal y el Teatro del Oprimido. El Teatro del Oprimido, París y Boal. Qué mas podía una teatrera puertorriqueña.
Desde aquí escribiré algunas notas sobre el teatro, honrando su memoria y agradeciendo todo lo que todavía me ofrece desde el Jardín dela Otra Orillaen donde todavía sueña y nos hacer soñar.
Hasta la próxima…                                                     Rosa Luisa Márquez
11-11-11, San Juan
 
Este é um novo texto de Rosa Luisa Márquez
Es época navideña y mientras en México se representan pastorelas y retablos para conmemorar el nacimiento del niño Jesús y la llegada de los pastores, en Nueva York y Puerto Rico se vuelven a montar versiones del ballet El cascanueces salpicadas de nieve, en Chicago se muestra como todos los años, el clásico de Dickens, A Christmas Carol(Canción de Navidad) en el Teatro Goodman.
El Teatro Goodman es la sede de una de las pocas compañías profesionales de repertorio que existen en los Estados Unidos. Allí, un grupo estable de actores se da a la tarea de representar obras tradicionales y contemporáneas del patrimonio teatral. A veces lo logran con mucha calidad y a veces no.
El reciente montaje de Canción de Navidad fue chato y falto de imaginación. Parecía una estampa del teatro mas conservador del siglo diecinueve, con cables para volar al Espíritu de la Navidad del pasado, escarcha para detener las escenas controladas por el Espíritu de la Navidad del presente y pequeñas explosiones para las apariciones de los fantasmas y del Espírtu de la Navidad del futuro. Todo predecible para un público que aplaudió entusiasta los mensajes de generosidad y desprendimiento a los que apunta la obra, mientras se enfrenta en la calle a los desamparados que padecen todavía de hambre y frío y los cuales permanecen ausentes de este montaje detenido en el tiempo.
La compañía realizó el año pasado una interesante interpretación de La gaviota de Antón Chéjov hecha en un escenario abierto en el cual los actores esperaban sentados en el fondo a la vista del público, antes de convertirse en personajes para entrar a escena. Parecía como si el tipo de teatro muerto del que habla el protagonista Konstantin Gavrilovich hubiera sido interpelado con un montaje vital y minimalista por el director.
A pesar de los aciertos de La gaviota, un espectáculo nos conmovió mas. Con el título de Feast, el Albany Park Theatre Project, compuesto por un grupo de adolescentes de un barrio multiétnico de Chicago, presentó un potpurrí de historias sobre el tema de la comida. Los chicos, que luego de tomar clases regulares van a este centro teatral a adiestrarse, tomar talleres, escribir y montar obras de teatro pertinentes a su entorno, hicieron entrevistas a sus padres y vecinos sobre anécdotas relacionadas con la preparación y venta de alimentos, los rituales culturales asociados con el comer y las memorias familiares vinculadas al paladar. Jóvenes de extracción india, representaban a puertorriqueños, colombianos a mexicanos… para relatar aventuras tristes y divertidas de los pobladores internacionales que componen la ciudad. El melting pot americano se llenó de sazones verdaderamente sabrosas; una olla podrida, un sancocho, una fejoada deliciosa con sabores y saberes verdaderamente significativos contados, cantados y bailados por un conjunto de teatreros pendientes al pulso de la comunidad. Ahora se preparan para escribir y montar su siguiente obra sobre el tema de la inmigración y los indocumentados.
Entre el Teatro Goodman y APTP hay un abismo, la diferencia entre el teatro muerto y el teatro inmediato que describe Peter Brook en El espacio vacío. El teatro  de los chicos tiene mejor sabor. Estoy segura de que Boal lo hubiera disfrutado hasta chuparse los dedos.
Rosa Luisa Márquez
Chicago, 1ero de diciembre de 2011